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Siempre habrá nuevos amaneceres

10 May

2020 aun así te doy Gracias…

29 Nov

Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.

1 Tesalonicenses 5:16-18

Dependencias Emocionales: Adicciones

8 Jun

Una vez más, y todas las que sean necesarias… reflexionando sobre nuestros comportamientos auto-destructivos y buscando a través de la «información» la sanación nuestra y de nuestro entorno. Invitación a leer líneas de Jorge Bucay de su libro «Del Camino a la Autodependencia».

«(…) La palabra imbécil la heredamos de los griegos (im: con, báculo: bastón), quienes la usaban para llamar a aquellos que vivían apoyándose sobre los demás, los que dependían de alguien para poder caminar.

Y no estoy hablando de individuos transitoriamente en crisis, de heridos y enfermos, de discapacitados genuinos, de débiles mentales, de niños ni de jóvenes inmaduros. Éstos viven, con toda seguridad, dependientes, y no hay nada de malo ni de terrible en esto, porque naturalmente no tienen la capacidad ni la posibilidad de dejar de serlo.

Pero aquellos adultos sanos que sigan eligiendo depender de otros se volverán, con el tiempo, imbéciles sin retorno. Muchos de ellos han sido educados para serlo, porque hay padres que liberan y padres que imbecilizan.

Hay padres que invitan a los hijos a elegir devolviéndoles la responsabilidad sobre sus vidas a medida que crecen, y también padres que prefieren estar siempre cerca “Para ayudar”, “Por si acaso”, “Porque él  (cuarenta y dos años) es tan ingenuo” y “Porque ¿para qué está la plata que hemos ganado si no es para ayudar a nuestros hijos?”. Esos padres morirán algún día y esos hijos van a terminar intentando usarnos a nosotros como el bastón sustituyente. ….No puedo justificar la dependencia porque no quiero avalar la imbecilidad.

Siguiendo el análisis propuesto por Fernando Savater, existen distintas clases de imbéciles:

Los imbéciles intelectuales, que son aquellos que creen que no les da la cabeza (o temen que se les gaste si la usan) y entonces le preguntan al otro: ¿Cómo soy? ¿Qué tengo que hacer? ¿Adónde tengo que ir? Y cuando tienen que tomar una decisión van por el mundo preguntando: “Vos ¿qué harías en mi lugar?”. Ante cada acción construyen un equipo de asesores para que piense por ellos. Como en verdad creen que no pueden pensar, depositan su capacidad de pensar en los otros, lo cual es bastante inquietante.

Los imbéciles afectivos son aquellos que dependen todo el tiempo de que alguien les diga que los quiere, que los ama, que son lindos, que son buenos. Son protagonistas de diálogos famosos:

—¿Me querés? —Sí, te quiero… —¿Te molestó? —¿Qué cosa? —Mi pregunta. —No, ¿por qué me iba a molestar? —Ah… ¿Me seguís queriendo?….

Un imbécil afectivo está permanentemente a la búsqueda de otro que le repita que nunca, nunca, nunca lo va a dejar de querer. Todos sentimos el deseo normal de ser queridos por la persona que amamos, pero otra cosa es vivir para confirmarlo.

Y por último…

Los imbéciles morales, sin duda los más peligrosos de todos. Son los que necesitan permanentemente aprobación del afuera para tomar sus decisiones.

El imbécil moral es alguien que necesita de otro para que le diga si lo que hace está bien o mal, alguien que todo el tiempo está pendiente de si lo que quiere hacer corresponde o no corresponde, si es o no lo que el otro o la mayoría harían. Son aquellos que se la pasan haciendo encuestas sobre si tienen o no tienen que cambiar el auto, si les conviene o no comprarse una nueva casa, si es o no el momento adecuado para tener un hijo.

Cuando alguno de estos modelos de dependencia se agudiza y se deposita en una sola persona del entorno, el individuo puede llegar a creer sinceramente que no podría subsistir sin el otro. Por lo tanto, empieza a condicionar cada conducta a ese vínculo patológico al que siente a la vez como su salvación y su calvario. Todo lo que hace está inspirado, dirigido, producido o dedicado a halagar, enojar, seducir, premiar o castigar a aquel de quien depende.

Este tipo de imbéciles son los individuos que modernamente la psicología llama COdependientes.

Un codependiente es un individuo que padece una enfermedad similar a cualquier adicción, diferenciada sólo por el hecho de que su “droga” es un determinado tipo de personas o una persona en particular.

Exactamente igual que cualquier otro síndrome adictivo, el codependiente es portador de una personalidad proclive a las adicciones y puede, llegado el caso, realizar actos casi irracionales para proveerse “la droga”. Y como sucede con la mayoría de las adicciones, si se viera bruscamente privado de ella podría caer en un cuadro, a veces gravísimo, de abstinencia. La codependencia es el grado superlativo de la dependencia enfermiza. La adicción queda escondida detrás de la valoración amorosa y la conducta dependiente se incrusta en la personalidad como la idea: “No puedo vivir sin vos”.

Siempre alguien argumenta:

—…Pero, si yo amo a alguien, y lo amo con todo mi corazón, ¿no es cierto acaso que no puedo vivir sin él?  Y yo siempre contesto:  —No, la verdad que no.

La verdad es que siempre puedo vivir sin el otro, siempre, y hay dos personas que deberían saberlo: yo y el otro. Me parece horrible que alguien piense que yo no puedo vivir sin él y crea que si decide irse me muero… Me aterra la idea de convivir con alguien que crea que soy imprescindible en su vida. Estos pensamientos son siempre de una manipulación y una exigencia siniestras.

El amor siempre es positivo y maravilloso, nunca es negativo, pero puede ser la excusa que yo utilizo para volverme adicto. Por eso suelo decir que el codependiente no ama; él necesita, él reclama, él depende, pero no ama.

Sería bueno empezar a deshacernos de nuestras adicciones a las personas, abandonar estos espacios de dependencia y ayudar al otro a que supere los propios.

Me encantaría que la gente que yo quiero me quiera; pero si esa gente no me quiere, me encantaría que me lo diga y se vaya (o que no me lo diga pero que se vaya). Porque no quiero estar al lado de quien no quiere estar conmigo… Es muy doloroso. Pero siempre será mejor que si te quedaras engañándome.

Dice Antonio Porchia en su libro Voces:

“Han dejado de engañarte, no de quererte, y sufres como si hubiesen dejado de quererte”.

 Claro, a todos nos gustaría evitar la odiosa frustración de no ser queridos. A veces, para lograrlo, nos volvemos neuróticamente manipuladores: Manejo la situación para poder engañarme y creer que me seguís queriendo, que seguís siendo mi punto de apoyo, mi bastón.

Y empiezo a descender. Me voy metiendo en un pozo cada vez más oscuro buscando la iluminación del encuentro. El primer peldaño es intentar transformarme en una necesidad para vos.

Me vuelvo tu proveedor selectivo: te doy todo lo que quieras, trato de complacerte, me pongo a tu disposición para cualquier cosa que necesites, intento que dependas de mí. Trato de generar una relación adictiva, reemplazo mi deseo de ser querido por el de ser necesitado. Porque ser necesitado se parece tanto a veces a ser querido… Si me necesitás, me llamás, me pedís, me delegás tus cosas y hasta puedo creer que me estás queriendo.

Pero a veces, a pesar de todo lo que hago para que me necesites, vos no parecés no necesitarme. ¿Qué hago? Bajo un escalón más. Intento que me tengas lástima…

Porque la lástima también se parece un poco a ser querido… Así, si me hago la víctima (Yo que te quiero tanto… y vos que no me querés…), quizás…

Este camino se transita demasiado frecuentemente. De hecho, de alguna manera todos hemos pasado por este jueguito. Quizá no tan insistentemente como para dar lástima, pero quién no dijo:

“¡Cómo me hacés esto a mí!”     “Yo no esperaba esto de vos, estoy tan defraudado… estoy tan dolorido…”  “No me importa si vos no me querés… yo te quiero”. 

Pero la bajada continúa… ¿Y si no consigo que te apiades de mí? ¿Qué hago? ¿Soporto tu indiferencia?… ¡Jamás! Si llegué hasta aquí, por lo menos voy a tratar de conseguir que me odies.

A veces uno se saltea alguna etapa… baja dos escalones al mismo tiempo y salta de la búsqueda de volverse necesario directamente al odio, sin solución de continuidad. Porque, en verdad, lo que no soporta es la indiferencia.

Y sucede que uno se topa con gente mala, tan mala que…¡ni siquiera quiere odiarnos! Qué malas personas, ¿verdad? Quiero que aunque sea me odies y no lo consigo.

Entonces… Estoy casi en el fondo del pozo. ¿Qué hago?

Dado que dependo de vos y de tu mirada, haría cualquier cosa para no tener que soportar tu indiferencia. Y muchas veces bajo el último peldaño para poder tenerte pendiente: Trato de que me tengas miedo.

Miedo de lo que puedo llegar a hacer o hacerme (fantaseando dejarte culpable y pensándome…)

Podríamos imaginar a Glenn Close diciéndole a Michael Douglas en la película “Atracción fatal”:

—Si no pude conseguir sentirme querida ni necesitada, si te negaste a tenerme lástima y ocuparte de mí por piedad, si ni siquiera conseguí que me odies, ahora vas a tener que notar mi presencia, quieras o no, porque a partir de ahora voy a tratar de que me temas.

Cuando la búsqueda de tu mirada se transforma en dependencia, el amor se transforma en una lucha por el poder. Caemos en la tentación de ponernos al ser-vicio del otro, de manipular un poco su lástima, de darle bronca y hasta de amenazarlo con el abandono, con el maltrato o con nuestro propio sufrimiento…

Sin importar la gravedad de este cuadro, sucede con él lo mismo que con las restantes adicciones: Tomando como única condición el deseo sincero de superar la adicción, la codependencia se trata y se cura. La propuesta es: Abandonar TODA dependencia

Los colegas han encontrado una solución, la INTERdependencia. En la interdependencia yo dependo de vos y vos dependés de mí.

Esta solución es, como mínimo, desagradable. Y de máxima, una elección del mal menor, una especie de terapia de sustitución.  Puede ser más sana o más enfermiza, pero de todos modos es un premio consuelo, porque equivale a pensar que si bien yo dependo de vos, como vos también dependés de mí, no hay problema porque estamos juntos.

La interdependencia parece generar lazos indisolubles que se sostienen porque dependo y dependés, y no desde la elección actualizada de cada uno. Porque los interdependientes son dependientes; y cuando uno depende, ya no elige más…

Así que, aparentemente, sólo queda una posibilidad: La INdependencia.

Independencia quiere decir simplemente llegar a no depender de nadie. Y esto sería maravilloso si no fuera porque implica una mentira: nadie es independiente. La independencia es una meta inalcanzable, un lugar utópico y virtual hacia el cual dirigirse, que no me parece mal como punto de dirección, pero que hace falta mostrar como imposible para no quedarnos en una eterna frustración.

¿Por qué es imposible la independencia? Porque para ser independiente habría que ser autosuficiente, y nadie lo es. Nadie puede prescindir de los demás en forma permanente. Necesitamos de los otros, irremediablemente, de muchas y diferentes maneras. Ahora bien. Si la independencia es imposible… la codependencia es enfermiza… la interdependencia no es solución… y la dependencia no es deseable… ¿entonces qué? Entonces, yo inventé una palabra: Autodependencia

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Del “camino de la autodependecia” J. Bucay

Texto adaptado con fines didàcticos por www.creciendobien.wordpress.com

 

 

Sin Estrés

26 Feb

El estrés no es sólo responsable de numerosas afecciones, entre ellas las cardiovasculares, digestivas, neurológicas, etc., sino que en etapa temprana disminuye nuestra calidad de vida y eficiencia individual. El cuerpo humano no está preparado para las exigencias de este siglo. 10171254_426530544158321_1099959821_n

La falta de tiempo libre, las agendas repletas de obligaciones y el escaso descanso hicieron que el organismo, generara sus defensas a través de la enfermedad más popular del nuevo milenio: el estrés.

En 1936 Seyle introduce el concepto de estrés el cual representaba los mecanismos de defensa del organismo frente a una agresión. En la actualidad, ese concepto tan limitado a mecanismos cuyo objetivo es mantener la homeostasis no resulta suficiente, ya que vivimos en una sociedad en constante cambio, con tales exigencias de adaptación a nuevas situaciones internas y externas, que si los individuos no logramos esa adaptación nos enfermamos. La genética nos brinda parte de la explicación del proceso de enfermar pero no alcanza, ya que sabemos que no funciona como una “plantilla” que reproduce exactamente aquello a lo que estamos predispuestos a padecer, sino que hay circunstancias epigenéticas  que favorecen o contrarrestan la aparición de enfermedades, es decir, aquellas circunstancias que prenden los programas que llevamos en nuestros genes. La intención de esta actualización es brindar una visión holística de la medicina, sabiendo que el estrés hoy no se circunscribe solamente al trauma y que por lo tanto las respuestas a él son más complejas.

Alostasis frente a homeostasis: El húngaro Hans Selye describe en 1936 el síndrome de adaptación general, también conocido como síndrome de estrés, que consta de tres etapas en respuesta a un agente nocivo. La primera es la “señal de alarma” a partir de la cual el cuerpo se prepara para la “lucha o fuga”; en la segunda etapa, denominada de resistencia, aparecen reacciones adaptativas con alto consumo de energía. Finalmente, si la duración del estrés se prolonga, el cuerpo entra en una tercera etapa que es de agotamiento debido al deterioro del organismo por mantener esa resistencia.

La respuesta de defensa y adaptación, programada por la naturaleza frente a agentes físicos primarios (estrés agudo), es una respuesta corta, limitada en el tiempo, que permite la adaptación del organismo y es compensadora y necesaria frente a una agresión concreta; pero hoy no es adecuada como réplica a los agentes estresantes psíquicos y sociales a los que nos vemos sometidos. La base del modelo del síndrome de estrés descripta por Selye es la estabilidad de los sistemas fisiológicos para mantener la vida: la homeostasis, que tiene un rango estrecho de variabilidad para mantener ese equilibrio. En la vida moderna el concepto de estrés debe aplicarse a las innumerables circunstancias propias de la actividad cotidiana que constantemente fuerzan los mecanismos de los sistemas fisiológicos. En 1988 Sterling y luego en 2002 McEwen desarrollan el concepto de “alostasis”. Con este término intentan reflejar de manera más eficaz las circunstancias medioambientales y los estímulos a los que se expone el individuo todos los días.

Dicho en otras palabras, es el nivel de actividad necesario del organismo para mantener la estabilidad en ambientes en constante cambio, indispensable para la supervivencia.

Los sistemas alostáticos nos permiten responder al estrés psíquico o físico, interno o externo, activando el sistema nervioso autónomo, el eje hipotálamo-hipófiso-adrenal, el sistema cardiovascular, el metabolismo y el sistema inmunitario con el objetivo de responder a un agente estresor.

Ante un desafío se ponen en marcha dichos sistemas alostáticos que inician una respuesta de adaptación hasta lograr un nuevo punto de equilibrio. La alostasis es un concepto dinámico, es la necesidad a la que se ve forzado el organismo de cambiar los puntos de estabilidad con el fin de mantener una adaptación ante demandas constantemente variables. Es un proceso activo, que implica lograr un nuevo equilibrio. Lo diferenciamos de la homeostasis, la que involucra los procedimientos imprescindibles para la vida y tiene una variabilidad estrecha, y son sistemas biológicos en equilibrio. Es decir, su estado natural es la estabilidad. Frente a una situación nueva se genera una evaluación cognitiva, que estará condicionada en cada individuo por lo genético, sus experiencias durante el desarrollo y las conductas que ha ido aprendiendo a lo largo de la vida. Esto nos da la diferencia interindividual de respuesta, el cerebro traduce esa evaluación con activación de los sistemas alostáticos y de diferentes mediadores biológicos, los que ejecutarán una respuesta neuroinmunoendocrina.

Los mediadores biológicos son los glucocorticoides, las catecolaminas, los aminoácidos excitatorios, las citoquinas, el GABA, el sulfato de dehidroepiandrosterona (DHEA-S), etc. Estas respuestas son fisiológicas y preparan al organismo para permitir la alostasis a los efectos de conducirnos a la adaptación frente a situaciones de estrés. Carga alostática (el inicio de la enfermedad) Cuando la alostasis es ineficaz o inadecuada o el agente que la motiva se prolonga en el tiempo, no se alcanza la adaptación y se produce una activación desproporcionada o ineficaz, que da lugar a lo que se conoce como “carga alostática”. Esta traduce el desgaste o agotamiento de los sistemas alostáticos y a largo plazo es causa de patología tanto orgánica como psíquica. El desgaste o agotamiento se produce como resultado de la hiperactividad crónica de los sistemas alostáticos. En la figura 1 se grafica, según Bruce McEwen, el concepto de carga alostática. Es importante tener en cuenta que a lo largo de nuestra vida vamos acumulando carga alostática, pero existen ciertos factores individuales que favorecen una mayor carga alostática. La forma en que una persona percibe una determinada situación resultará de la conjunción de varios factores. Por Pilnik SD. El concepto de alostasis: un paso más allá del estrés y la homeostasis 9 un lado su historia, que estará marcada por los eventos importantes en su vida, el medio ambiente y los antecedentes de traumas y/o abusos; todo ello permite la evaluación cognitiva frente a una amenaza y dará una respuesta fisiológica que llevará a la alostasis, es decir, a un nuevo punto de equilibrio, con la consiguiente adaptación; pero, si esta no se alcanza, llevará a aumentar la carga alostática. Frente a una situación de estrés la respuesta normal incluye un período de actividad durante el cual se activan todos los sistemas antes mencionados y un período de recuperación en el cual cesa dicha activación.

La carga alostática se produce cuando no existe este período de recuperación, cuando el funcionamiento es deficiente o no cesa el estímulo estresante.

Analicemos cómo puede incrementarse de diferentes maneras la carga alostática: Respuesta prolongada: es la respuesta observada en aquellas personas con permanentes situaciones de estrés, que no alcanzan a recuperarse y ya tienen que enfrentar una nueva circunstancia adversa. Situaciones repetidas: el individuo no logra adaptarse a estresores del mismo tipo que se repiten en el tiempo. El ejemplo típico es el hablar en público, circunstancia que genera temor y ansiedad. Y, aunque la mayoría de las personas terminan adaptándose, hay aproximadamente un 10% que no lo logra nunca y vive cada exposición como una nueva situación de estrés. La respuesta normal está presente, pero al repetirse el evento tienen una nueva descarga de estrés, lo que no les permite adaptarse. Esto lleva a una exposición prolongada a las hormonas del estrés. Falta de adaptación: se manifiesta en personas incapaces de reprimir las respuestas alostáticas una vez finalizado el estrés. Respuesta inadecuada: cuando el sistema no responde adecuadamente a un estímulo “estresante”, la actividad de otros sistemas aumenta. Si la secreción de cortisol no aumenta como respuesta al estrés, aumenta la secreción de citoquinas inflamatorias, que están contrarreguladas por el cortisol. La carga alostática además puede ser incrementada por una dieta pobre, el consumo de alcohol y tabaco o puede ser disminuida por la dieta y el ejercicio.

De lo fisiológico a lo patológico

La primera respuesta frente a un agente estresante, estrés agudo, es la activación del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal (HHA) con el consiguiente aumento del cortisol que a corto plazo da una respuesta metabólica aumentando la neoglucogénesis y la resistencia insulínica, elevación de la presión arterial y la preparación del sistema inmunitario para contrarrestar un posible agente patógeno. Asimismo, la activación del eje HHA modula respuestas conductuales y de memoria mediante su interacción con otras áreas del sistema nervioso central como son la amígdala y el hipocampo. Se observa además inhibición de la liberación de gonadotrofinas a nivel hipotalámico e hipofisario. Los principales mediadores de la inhibición del eje hipotálamo-hipófisogonadal que caracteriza la respuesta al estrés son las catecolaminas, la serotonina o directamente el CRH (factor de liberación de corticotrofina) a través de receptores CRHR2, y la vasopresina. En condiciones de estrés se priorizan los sistemas indispensables para la supervivencia, lo que explica que la reproducción sea inhibida. Otros ejes como el hipotálamo-hipófiso-tiroideo sufren un efecto de los diferentes factores productores de estrés sobre la alostasis. Cuando falla la adaptación se produce un fenómeno conocido como “carga alostática”.

  • Estresores ambientales: trabajo, hogar, vecindario
  • Diferencias individuales: genes, experiencia, desarrollo
  • Alostasis Adaptación «Carga alostática»
  • Sucesos de vida mayores
  • Respuestas fisiológicas Evaluación cognitiva
  • Desafío Desamparo Desesperanza Trauma Abuso Respuestas conductuales: Lucha o fuga
  • Conductas personales: dieta, tabaco, drogas, ejercicio, efecto inhibitorio. Se observa también aumento en la secreción de prolactina.

El sistema nervioso autónomo (SNA) también participa, y está representado por el locus coeruleus y un grupo de neuronas noradrenérgicas situadas en la médula y la protuberancia. Estimula además la secreción de adrenalina producida en la médula suprarrenal. Se observa en el estrés un circuito de estimulación entre el SNA y el eje HHA, de modo que la activación adrenérgica estimula la secreción de CRH, cuyo efecto es estimular la secreción de noradrenalina. Esta a su vez activa la amígdala, principal estructura relacionada con conductas como el miedo y la aversión. La descarga adrenérgica como sistema de alarma tiene efectos sobre el aparato cardiovascular y también metabó- licos produciendo entre otros un aumento de la glucemia, cerrando un círculo vicioso, con alteración en la coagulación, lo que lleva a incrementar el riesgo de enfermedad cardiovascular y de síndrome metabólico.

Conocemos desde hace mucho tiempo la relación entre estrés e inmunidad. Los glucocorticoides en respuesta al estrés agudo favorecen la translocación de linfocitos, monocitos y células NK a órganos específicos con el fin de contrarrestar la agresión, mientras que el estrés crónico genera una situación de inmunosupresión. La estimulación del SNA da lugar a un aumento de IL-6 favoreciendo un patrón proinflamatorio, se produce un desvío en la diferenciación de linfocitos Th1 hacia células Th2, promotoras de inmunidad humoral, por lo que se sugiere en el estrés crónico una menor inmunidad celular con una mayor propensión al desarrollo de cáncer. Las alteraciones en el sueño, en una sociedad que ha perdido varias horas de descanso, llevan a una situación de estrés crónico que refuerza aún más las alteraciones de inmunidad en detrimento de la inmunidad celular. El sueño insuficiente altera el ritmo circadiano y favorece el agotamiento en los sistemas alostáticos. El sueño insuficiente interfiere el ritmo circadiano normal del hipotálamo, estimulando la actividad de las neuronas orexígenas. Se postula que esto puede afectar a su vez la producción de leptina, grelina y quizás otras hormonas que controlan el apetito. El desequilibrio de dichas hormonas podría favorecer o facilitar la ganancia de peso, con aumento de insulina e insulinorresistencia, lo que constituye otra vía de incremento en el riesgo de desarrollar síndrome metabólico.

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Enfermedad y carga alostática: La búsqueda de respuestas acerca de por qué nos enfermamos nos fuerza a pensar en la relación entre la genética, el medio ambiente y las vulnerabilidades interindividuales en el proceso de enfermar. La naturaleza nos ha brindado un sistema de defensa frente a la agresión, pero, sostenidos en el tiempo, esos mismos mecanismos que nos protegen ceden y terminan enfermándonos. La respuesta al estrés crónico no contrarregulada o frenada produce carga alostática e impacta en diferentes sistemas, probablemente en aquellos en los que tenemos mayor vulnerabilidad. La carga alostática podría plantearse como desencadenante en un organismo susceptible y con cierta vulnerabilidad.

Respuesta metabólica al estrés:

  • ⬆ TG ⬇ HDL insulinorresistencia 
  • Inflamación endotelial
  • Gluconeogénesis
  • Alt. coagulación ⬆ TNF a ⬆ IL6 ⬆ Fibrinógeno ⬆ PAM ⬆ GLUCOSA HTA Dislipemia ⬆
  • Insulina ⬆ CORTISOL ESTRES ⬆ CRH OBESIDAD ⬆
  • AGNE central AGNE, ácidos grasos no esterificados; CRH, factor de liberación de corticotrofina; HDL, colesterol HDL; HTA,
  • hipertensión arterial; IL6, interleuquina 6; PAM, presión arterial media; TG, triglicéridos; TNF, factor de necrosis tumoral Pilnik SD.

El concepto de alostasis: un paso más allá del estrés y la homeostasis  ¿Cómo impacta la carga alostática?

En el cerebro: el cerebro también es vulnerable al cortisol; la alta secreción de cortisol puede llevar a este órgano a aumentar la actividad celular en dos áreas importantes, el hipocampo y la amígdala. En el caso del hipocampo, el exceso de cortisol puede causar atrofia de las células e incluso daño permanente. El hipocampo y la amígdala son cruciales, no solo en las situaciones estresantes (el miedo, las emociones, la regulación de inmunidad), sino también por su influencia en funciones superiores del cerebro, tales como el aprendizaje y la memoria. Algunos autores muestran la reversibilidad de la atrofia del hipocampo una vez desaparecido el agente estresor.

En la conducta: se puede observar ansiedad y depresión debido al aumento del cortisol. En el aparato cardiovascular: en respuesta al estrés hay incremento de adrenalina; el efecto fisiológico o metabólico será producir aumento de la agregación plaquetaria con aumento de fibrinógeno y hemostasis, favoreciendo el riesgo de trombosis e infarto. El aumento de actividad simpática de noradrenalina y cortisol genera una vasoconstricción periférica con aumento de la resistencia vascular que favorece el desarrollo de hipertensión arterial. Esta actividad simpática produce aumento de la frecuencia cardíaca y disminuye el umbral de fibrilación incrementando el riesgo de arritmias y muerte súbita. El aumento de la lipólisis, la obesidad central, la resistencia a la insulina y las dislipemias promueven la ateroesclerosis y el infarto de miocardio.

En el metabolismo: en respuesta al estrés hay aumento de la actividad simpática de la adrenalina y el cortisol que facilitarán el aumento de la resistencia a la insulina, de la glucogénesis y la glucogenólisis con riesgo de desarrollar síndrome metabólico y diabetes tipo 2.

En el sistema inmunitario: la clave de la respuesta inmunitaria de nuestro organismo frente a las agresiones es el balance que el organismo hace entre las respuestas Th1 y Th2. Frente al estrés se liberan neurotransmisores glucocorticoides y adrenalina, lo que produce un desequilibrio de la respuesta inmunitaria de Th1 a Th2.

En el estrés agudo se prioriza la respuesta Th2 ya que con esta nos preparó la naturaleza para el trauma, las hemorragias, etc.

En el estrés crónico esta alteración, incremento de Th2/Th1 con detrimento de la inmunidad celular, podría ser la explicación del incremento de las enfermedades autoinmunitarias e inflamatorias, y tal vez podría desempeñar un papel en la aparición de células cancerígenas. ¿Cómo medimos la carga alostática? ¿Hay algún marcador? Se ha tratado de identificar algún marcador biológico de carga alostática que permita predecir el riesgo de desarrollar enfermedad. Numerosos trabajos, fundamentalmente en cardiología, hacen referencia a la presión arterial, el perímetro de masa grasa abdominal, el colesterol total y el HDL-colesterol, la hemoglobina glicosilada, el sulfato de dehidroepiandrosterona (DHEA-S) como un marcador antagonista de carga alostática, el cortisol plasmático nocturno, la adrenalina y la noradrenalina. En un seguimiento de medición de estado y riesgo de salud sobre una población de 3000 personas se tomaron, además de la encuesta y medidas antropométricas, indicadores que forman parte del concepto de “carga alostática”. Ellos son: índice de masa corporal y relación cintura-cadera, presión sanguínea sistólica y diastólica, hemoglobina glicosilada, glucosa en ayunas, HDL/ LDL y colesterol total, sulfato de dehidroepiandrosterona sérica (DHEA-S), excreción de cortisol en orina, niveles de excreción de norepinefrina y epinefrina, insulina, creatinina y proteína C reactiva.12 Otros estudios han evaluado el temperamento del individuo; la ira/hostilidad parecería ser un indicador de riesgo de carga alostática. El temperamento irascible (medible por la Escala de irascibilidad de Spielberger) ha demostrado ser el mayor elemento de riesgo de un evento coronario mayor o menor, aún más que los considerados tradicionales como el tabaquismo, la hipertensión arterial y la dislipemia. El estudio ARIC13 en el cual se evaluó la escala de irascibilidad en pacientes hipertensos, mostró que el mayor riesgo se encontraba entre los fumadores y alcohólicos con score alto en dicha escala, mientras que la diferencia de riesgo entre hipertensos, diabéticos y dislipémicos no fue importante, lo que demuestra que la conducta y el carácter deben merecer mayor atención en todo abordaje preventivo. En relación con el cáncer se midieron serotonina, feniletinamina (niveles por debajo de lo normal se correlacionan con depresión) y el metabolito urinario de adrenalina y noradrenalina (MOPEG), cuya elevación se relaciona con ansiedad. En 63 pacientes con cáncer en diferentes estadios se observó que tanto la serotonina como la feniletinamina estaban muy por debajo de los valores normales. Los autores se preguntan si este hallazgo es previo a la aparición del cáncer o es una consecuencia.

Conclusión: Entender el concepto de alostasis y carga alostática nos permite una mirada más integradora y compleja sobre temas clásicos y a veces simplificados como es el estrés y la homeostasis.

Los sistemas alostáticos reflejarían un abanico de respuestas, desde aquellas requeridas para mantener variables fijas necesarias para la supervivencia hasta las más complejas que hacen a los cambios activos y permiten la adaptación. Un concepto importante es que estos sistemas trabajan en red y no en forma lineal, y se regulan y controlan entre ellos. El concepto de alostasis representa un avance en la integración de recursos neurológicos, psicológicos, endocrinos e inmunitarios, en la necesidad de adaptación a entornos en constante cambio. Podríamos decir que la alostasis se refiere a la calidad de vida y es una concepción dinámica de la salud. La carga alostática se está utilizando como una medida de la carga fisiológica acumulativa impuesta al cuerpo debido a no poder responder adecuadamente a las exigencias adaptativas de la vida. Podría plantearse como la consecuencia en un organismo susceptible y con cierta vulnerabilidad, que puede agravar un cuadro en remisión o dificultar la recuperación de un sujeto en tratamiento. Deberíamos considerar el papel de la carga alostática en la génesis de algunas patologías, como la hipertensión arterial, el infarto, los accidentes cerebrovasculares, el síndrome metabólico, las enfermedades inmunológicas y las enfermedades psiquiátricas, como la depresión. Es tan importante la entrevista clínica como la observación del paciente, la medición de la circunferencia abdominal y los valores de laboratorio, considerar la alostasis y la carga alostática en la práctica clínica y en lo posible detectarla.

El doctor Daniel López Rosetti es especialista en clínica médica y cardiólogo universitario. Fue médico residente de clínica médica y docente de la Primera Cátedra de Fisiología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Profesor titular de la cátedra de Psicofisiología, carrera de Psicología, Universidad Maimónides. Se especializó en el diagnóstico y el tratamiento del estrés. Ha desarrollado programas originales de entrenamiento antiestrés, a nivel individual y en corporaciones, y publicó numerosos trabajos sobre su especialidad. Coordinador del Gabinete de Medicina del estrés y Psicobiología del Hospital Central de San Isidro: “El estrés se manifiesta como un desequilibrio del sistema nervioso autónomo y del sistema neuroendocrino producto del ascenso de los niveles en sangre de las hormonas del estrés: el cortisol, que promueve el aumento de azúcar en sangre y disminuye las defensas frente a agentes infecciosos y la noradrenalina sanguínea, que aumenta la frecuencia cardíaca y la hipertensión arterial”
Autoanálisis:

¿Cómo detectar el estrés crónico? ¿Cuáles son las patologías más comunes?

La ansiedad y los cuadros de ansiedad. El estrés agudo tiene una forma de reacción que es un circuito en el cerebro, neurobiológico: es el del miedo. La ansiedad es un miedo chiquito sostenido en el tiempo sin objeto de fácil determinación. El miedo es temer a algo. En la ansiedad, el paciente no puede decir que le teme a algo, es más efímero.

¿Cómo se manifiesta la ansiedad?

Dentro del síndrome del estrés está la ansiedad patológica, el síndrome de ansiedad generalizada, las fobias y el estrés postraumático. La fobia, el miedo patológico e irracional a un objeto determinado, miedo a la altura, a la noche, al aislamiento, a la gente y la imposibilidad de escapar de una situación y de ser ayudado. Los síndromes de estrés se van instalando lentamente. Y lo lento no es percibido y se integra como normal. Entonces se asume que no dormir bien es normal, o el dolor de cabeza es normal o la acidez gástrica es normal. Se asume que los síntomas son normales, cuando no lo son. Uno termina incorporando una dolencia porque fue paulatina. En el Hospital de San Isidro tenemos un programa que es interpretación de síntomas.

¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?

Un dolor de cabeza, la ansiedad, o el insomnio, las contracturas musculares son información para que tomes conciencia de que algo sucede. El cuerpo siempre te habla, envía mensajes, síntomas. Al principio, en susurros. Si no lo escuchás, habla en voz normal y después termina gritando.

Casi todxs hoy tenemos esos síntomas: Lo que pasa es que no estamos viviendo bien. Interpretamos lo cotidiano como lo normal y no debería ser así. El estrés tiene tres etapas: alarma, resistencia y agotamiento. En la etapa de alarma estás en el combate inicial, en la resistencia, durás y en el agotamiento, te enfermás.

¿Cómo está uno en la etapa de agotamiento?

Es probable que te enfermes. Estás susceptible a la enfermedad y/o al accidente. Llega un paciente y me dice que chocó o que se cortó el dedo cocinando o se agarró los dedos con la puerta. No es casual. Es agotamiento de las capacidades cognitivas y genera sustancias pro inflamatorias en la sangre -por eso se dice que uno se hace mala sangre -, como la proteína C reactiva, sustancias que hacen mal a la sangre. El hombre es el único animal que se infarta y está relacionado con el estrés. Tiene infarto porque tiene capacidad de sufrir. Un perro no tiene infarto. Hay perros con arritmias, con enfermedades coronarias, pero no con infartos. El perro no puede ser despedido del trabajo, no se divorcia ni tiene conflictos existenciales. El hombre puede infartarse porque tiene la capacidad de sufrir anticipadamente por el futuro. La capacidad de anteponerte a los hechos de forma negativa y sufriente determina que te lesiones la parte interna de las arterias y se produzca el infarto.

¿Entonces el infarto es puro sufrimiento?

Sí. Este sufrimiento moderno explica por qué cada vez más placas se rompen justamente donde el sufrimiento se hace carne. “Me pasé toda la vida preocupado por cosas que nunca sucedieron“, dijo Churchill. En el Hospital de San Isidro hacemos meditación en el Programa de Manejo del Estrés. ¿Qué buscás en un momento meditativo? Vivir el presente. El “ahora” es no anteponerte al sufrimiento del futuro. Podés tener exceso de pasado o de futuro. El pasado genera emociones como la tristeza, la melancolía y la depresión. El exceso de futuro genera ansiedad y estrés. Lo que se instruye es la vivencia del ahora. La tristeza y la melancolía son emociones negativas. Y las emociones no se medican, se procesan. La gente siente un poco de tristeza y se toma un antidepresivo, entonces se va a enfermar. Está comiendo una daga.

¿Por qué se va a enfermar?

Esta aplacando algo. La ansiedad se trata y eso no quiere decir que se medique. Es un estado de temor anticipatorio sin objeto claro que tiene manifestaciones emocionales y físicas. Los médicos decimos que ansiedad es la vivencia experiencial y angustia es cuando se agrega un síntoma físico. De la angustia viene la angina de pecho o el dolor coronario. Concordia es llevarse bien con el otro, discordia es alejarse del corazón del otro. Es una metáfora. Somos más emocionales que racionales. No somos seres racionales, somos seres emocionales que razonan. El ello, el yo y el superyo se integran en la palabra Uno, como el tango. “Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias”. Ansiedad. “Uno” es la integración del yo. “Busca” es intencionalidad, emotividad, emoción, “Uno busca lleno de esperanzas”. ¿Qué más irracional que la esperanza?” El camino que los sueños”, otro irracional. “Sabe que la lucha es cruel y es mucha y lucha y se desangra”. La expresión del sufrimiento es rojo, es por la sangre. La sangre es sinónimo de muerte.

¿Qué emociones nos enferman?

Hay emociones básicas y evolucionadas. Las básicas son la ira, el miedo, la felicidad, el asco, la tristeza. Las evolucionadas son la culpa, la vergüenza, el amor, el ataque al orgullo. No tienen una sola cara de expresión. Amor es éxtasis, aceptación, serenidad, comprensión. Culpa, vergüenza y ataque al orgullo son condiciones emocionales que pueden producir el infarto. El corazón es el fusible más sensible del organismo.

Entonces el agotamiento produce más enfermedades…

Es la depresión del sistema inmunológico.Todos los días formamos células cancerosas. Está probado. El cáncer no es una sola enfermedad, son varias. Uno no se enferma de lo que quiere, sino de lo que puede. El ADN determina susceptibilidades para algunas enfermedades. ¿Por qué hay personas que fuman y se enferman de cáncer de pulmón y otros no? Para la hipertensión hay más de 32 genes distintos. Lo que importa no es el ADN, sino el entorno. Inmumodepresión, gastritis aguda, úlcera gastro duodenal, alopecía…

El estrés, sin embargo, está naturalizado.

Una persona con sintomatología de estrés es una persona que va a chocar. No vivimos bien, vivimos subidos a una moto. La frontera final es filosófica. Si lees Desiderata, es una receta contra el estrés. Termina con “ten cuidado. Esfuerzate en ser feliz”. En el Hospital mostramos una caja de herramientas. Una es yoga, practicar arte, actividad física, más amigos y familia. Cuál te sirve es la que tenés que identificar. Es un camino activo.

Es políticamente correcto pensar que uno necesita más familia y amigos. Pero si uno decide ir solo a vivir a Córdoba a pintar, no está bien visto.

Puede no estar bien visto, pero con un buen desarrollo de tu autoestima, no te interesa que no esté bien visto.

El primer paso es saber que algo te pasa, detenerte y pensar. Un síntoma frecuente es la infelicidad. Hay pacientes que se enferman por no ser felices. Un fantasma en tu mente es tan cierto como un tren que viene de frente.

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Sobre la autodependencia…

12 Feb

Imaginemos que cada uno recibe una parcela abandonada de tierra llena de maleza. Sólo tenemos agua, alimentos, herramientas, pero ningún libro disponible, ningún viejo que sepa cómo se hace. tumblr_o3wlpoet5q1v9gwxno1_1280

Nos dan semillas, elementos de labranza y nos dicen: Van a tener que comer de lo que saquen de la tierra. ¿Qué es lo que haríamos para poder alimentarnos y alimentar a nuestros seres queridos? Lo primero que haríamos sería desmalezar, preparar la tierra, removerla, airearla… y hacer surcos para sembrar. Luego sembramos y esperamos… Poniendo un tutor, cuidando que las plantitas se vayan haciendo grandes, protegiéndolas para, un buen día, cosechar. La vida del ser humano es igual. La vida del ser humano está dividida en tres tercios:

1 / Tercio de preparar el terreno

2 / Tercio de crecimiento o expansión

3 / Tercio de cosecha

¿Qué es el primer tercio? Preparar el terreno equivale a la infancia y la adolescencia. Durante estos períodos, lo que uno tiene que hacer en su vida es preparar el terreno, desmalezar, abonar, airear, preparar todo para la siembra. ¡Qué error sería querer cosechar antes de desmalezar! Cosecharíamos basura, no serviría para nada.

¿Qué es el segundo tercio? El crecimiento o expansión equivale a la juventud y la adultez. Habrá entonces que plantar la semilla, regarla, cuidarla, hacerla crecer. Este es el tercio de la siembra, del desarrollo. ¡Qué error sería desmalezar y seguir preparando el terreno cuando es el tiempo de sembrar! ¡Qué error sería querer cosechar cuando uno está sembrando! No cosecharía nada. Cada cosa hay que hacerla en su tiempo.

¿Qué es el tercer tercio? La cosecha equivale a la madurez. ¡Qué error sería en tiempo de cosecha querer seguir sembrando! ¡Qué error sería, cuando uno tiene que cosechar, ocuparse de hacer crecer y de engrandecer! Porque éste es el tiempo de la recolección, la hora de recoger los frutos. Y si no se cosecha en este tiempo, no se cosecha nunca.

¿Cuánto dura cada tercio? Lógicamente, esto depende del tiempo que va a durar nuestra vida. Cuando nuestros ancestros vivían entre treinta y cinco y cuarenta años, como promedio y con toda la suerte, entonces un tercio era trece años. La juventud y la adultez se desarrollaban entre los doce y los dieciocho años, y la madurez se alcanzaba a los veinticinco. Cuando a principios de siglo nacieron nuestros padres, la expectativa de vida era de sesenta años. Así, la duración de los tercios se fue modificando. Cuando uno deja de ser un adolescente, les dice (o sería bueno que les dijera) a sus padres: “A partir de ahora dedíquense a ustedes, porque de mí me ocupo yo.” Uno tiene que aprender a hacerse cargo de sí mismo, aprender a responsabilizarse de uno, aprender la autodependencia. Aquellos hijos que no terminan de deshacerse, que se quedan prendidos de los padres sin animarse a subir al trampolín y saltar, en parte lo hacen por una responsabilidad de los padres, que no supieron enseñarles a hacerlo, y en parte por una responsabilidad de ellos.  Los padres tendrán que mostrar a estos hijos, aunque sea tardíamente, que deben soltarse, que uno no está para siempre. Con mucho amor y mucha ternura, estos padres deberán entornar la puerta y… pegarles una patada en el culo. Porque en algún momento los padres tienen que aprender a hacer esto si es que los hijos no lo hacen. Habitualmente, los hijos aprenden y se van solos… Pero si no lo hacen, lamentablemente, en beneficio de ellos y nuestro, será bueno empujarlos a que abandonen esa dependencia. Qué importante sería ayudar a nuestros hijos a transitar espacios de libertad. Qué importante sería ayudarlos hasta que ellos sean adultos, y después… Q. S. J. ¿Qué quiere decir Q. S. J.? Que se jodan. Y si no han sabido administrar lo que les dejaron, y si no han podido vivir con lo que obtuvieron, y si no saben cómo hacer para ganarse la plata que quieren, díganles que pasen a buscar un sándwich cada mañana… La historia de generar la dependencia infinita es siniestra. Me parece a mí que hay un momento para devolver a los hijos la responsabilidad que tienen sobre sus propias vidas, y que uno tiene que quedarse afuera, ayudando lo que quiera, hasta donde quiera y hasta donde sea conveniente ayudar. A veces no es conveniente ayudar todo lo que uno puede, al máximo, arruinándose la propia vida para ayudarlos a ellos. Me parece que no. A mí, personalmente, me encantaría saber que mis hijos van a poder manejarse cuando yo no esté. Me encantaría. Y por eso quiero que lo hagan antes que me muera, para verlo. Para que pueda, en todo caso, morirme tranquilo, con la sensación de la tarea cumplida.

Nada jamás ha sido resuelto, o creado, estando quieto

29 Nov

♥Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ♥ ღ Ƹɳ Մɳ Ɽïɳ¢óɳ Ðҽɭ Ѧɭᶆą ღ ♥Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ♥

Nada jamás ha sido resuelto, o creado, estando quieto. Movimiento es el proceso del Universo. Entones muévete. Haz algo. Cualquier cosa. Pero no te quedes parado. No permanezcas buscándole mangas al chaleco. No nades entre dos aguas. Baja tu pie a un lado o al otro, gira el otro pie y empieza a caminar. Antes de que hayas caminado 10 pasos sabrás si vas en la dirección correcta. No decidir es decidir. Trata de no tomar decisiones por omisión.

(Neale walsch)

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Torta de chocolate, almendras y granola

2 Abr

Torta de chocolate, almendras y granola.

Nuestros Recursos

3 Mar

(…)

Un señor va a visitar a un sabio y le dice:

—Yo quiero que me enseñes tu sabiduría porque quiero ser sabio; quiero poder tomar la decisión adecuada en cada momento. ¿Cómo hago para saber cuál es la respuesta indicada en cada situación?

Entonces, el sabio le dice:

—En lugar de contestarte te voy a hacer una pregunta: Por una chimenea salen dos señores, uno de ellos con la cara tiznada y el otro con la cara limpia, ¿cuál de los dos se lava la cara?

—Bueno, eso es obvio —dice el hombre—, se lava la cara el que la tiene sucia.

Y el sabio le contesta:

—No siempre lo obvio es la respuesta indicada. Andá y pensá.

El hombre se va, piensa durante quince días y regresa contento para decirle al sabio:

—¡Qué estúpido fui! Ya me di cuenta: el que se lava es el que tiene la cara limpia. Porque el que tiene la cara limpia ve que el otro tiene la cara sucia y entonces piensa que él mismo también la tiene sucia. Por eso se lava. En cambio, el que tiene la cara sucia ve que el otro tiene la cara limpia y piensa que la de él también debe estar limpia. Por eso no se lava.

—Muy bien —agrega el sabio—, pero no siempre la inteligencia y la lógica pueden darte una respuesta sensata para una situación. Andá y pensá.

El hombre regresa a su casa a pensar. Pasados quince días vuelve y le dice al sabio:

—¡Ya sé! Los dos se lavan la cara. El que tiene la cara limpia, al ver que el otro la tiene sucia, cree que la suya también está sucia y por eso se lava. Y el que tiene la cara sucia, al ver que el otro se lava la cara piensa que él también la tiene sucia y entonces también se la lava.

El sabio hace una pausa y luego añade:

—No siempre la analogía y la similitud te sirven para llegar a la respuesta correcta.

—No entiendo —dice el hombre.

 El sabio lo mira atentamente y le dice:

—¿Cómo puede ser que dos hombres bajen por una chimenea, uno salga con la cara sucia y el otro con la cara limpia?

La mayor parte de las veces, para encontrar la respuesta correcta lo único que hace falta es el sentido común.

Y es el sentido común el que, sin lugar a dudas, nos grita desde nuestro yo interno más sabio: ¡Utilizá todo lo que tenés para redoblar tu posibilidad de llegar adonde querés!

A todo esto que tenemos lo llamo recursos.

Así como el curso de un río es el lecho por el que el río corre, el curso de una vida es el camino por el que esa vida transcurre. Desde este punto de vista, toda herramienta que permite retomar el curso, recuperar el rumbo, reencontrar el camino o encontrar nuevas salidas ante las situaciones a resolver, es un recurso.

En nuestra vida nos encontramos con obstáculos que nos impiden el paso. Si uno quiere seguir avanzando va a tener que despejar el camino para continuar por él o encontrar otro curso para seguir. Es interesante asociar el término recurso con el verbo recurrir, porque de verdad es una asociación que mucha gente no puede hacer fácilmente.

Un recurso es un elemento interno o externo al cual nosotros recurrimos, es tomar de nuestra reserva la herramienta guardada para lograr un fin determinado, que puede ser disfrutar algo, solventar una dificultad, traspasar un obstáculo, encontrarse de cara con una situación, solucionar un problema.

 

Un recurso es toda herramienta de la cual uno es capaz de valerse para hacer otra cosa; para enfrentar, allanar o  resolver las contingencias que se nos puedan presentar.

En cierto modo, la mayoría de las herramientas nos vienen dadas, están disponibles, sin embargo algunas otras hay que fabricarlas.

Yo puedo tener una herramienta, pero si no sé usarla no me sirve. ¿Cómo podría servirme de una sierra eléctrica si no sé cómo se prende, cómo se usa, cómo se manipula? Lo más probable es que me lastime, que en lugar de hacer una cosa en mi beneficio haga algo que me perjudique.

Estas herramientas pertenecen a dos grandes grupos: recursos externos y recursos internos.

A todos aquellos recursos que están de la piel para adentro los llamaré internos, y a todos los que están de la piel para afuera, externos.

Recursos externos

Los recursos externos son aquellas cosas, instituciones y personas que, desde afuera, me pueden ayudar a retomar el camino perdido: La casa donde yo vivo, mi trabajo, el auto, el dinero de mi cuenta bancaria, son las cosas que forman parte de mis recursos externos. Si nosotros no contáramos con este recurso no podríamos solucionar muchas cosas. Ante un problema, por ejemplo, tenemos que hacer un gasto porque saltó la instalación eléctrica, ¿qué hacemos? Nuestros ahorros, nuestras reservas, son el recurso que utilizamos para resolver este problema.

Un ejercicio interesante puede ser anotar en una hoja los recursos externos que yo tengo, y sobre todo, quiénes son las personas de mi mundo con las que cuento y para qué cuento.

Con algunas personas cuento para divertirme, con otras para charlar, para que me den un abrazo cuando lo necesito, para que me presten dinero, para que me cobijen o me protejan o para que me den un buen consejo económico. En fin, esto es infinito. Les sugiero que investiguen con quiénes cuentan y para qué en cada caso.

A veces es necesario tener el coraje de pedir ayuda a alguien que representa un recurso externo. Una situación sin resolverse queda flotando, y una cantidad de nuestra energía quedará atrapada en esa situación y no se podrá seguir adelante.

Hay que aprender a pedir ayuda sin depender y hay que aprender a recibir ayuda sin creer que uno está dependiendo.

Cuidado…

Recibir ayuda no es lo mismo que depender.

Recursos internos

En el fondo de mi casa hay un cuarto de herramientas. Tengo allí todas las herramientas que podría necesitar para las tareas con las que me enfrento a diario.

¡Es increíble! Hubo una época de mi vida en la que todavía no había descubierto la existencia de este cuarto del fondo. Yo creía que en mi casa simplemente no había un lugar para las herramientas. Cada vez que necesitaba hacer algo tenía que pedir ayuda a alguien o pedir prestada la herramienta necesaria. Me acuerdo perfectamente el día del descubrimiento:

Yo venía pensando que debía tener siempre a mano las herramientas que más usaba y estaba dispuesto a hacerme de ellas, pero me quedé pensando que antes debía encontrarles un lugar en mi casa para poder guardarlas. Recordaba con nostalgia el cuartito de chapa del fondo de la casa de mi abuelo Mauricio y tenía muy presente mi inquietud de aquel día en que llegué a casa con MI primera herramienta. Me desesperaba pensar que se me podía perder si no le encontraba un lugar. Al final, por supuesto, la había apoyado en un estante cualquiera y todavía recuerdo en los puños la bronca de no encontrarla cuando la necesitaba y tener que ir a buscarla a las casas de otros como si no la tuviera.

Así fue que salí al fondo pensando en construir un cuartito pequeño en el rincón izquierdo del jardín. Qué sorpresa fue encontrarme allí mismo, en el lugar donde yo creía que debía estar mi cuarto de herramientas, con una construcción bastante más grande que la que yo pensaba construir. Un cuarto que después descubrí, estaba lleno de herramientas.

Ese  cuarto del fondo siempre había estado en ese lugar y, de hecho, sin saber cómo, mis herramientas perdidas estaban ahí perfectamente ordenadas al lado de otras extrañas que ni sabía para qué servían y algunas más que había visto usar a otros pero que nunca había aprendido a manejar.

No sabía todavía lo que fui descubriendo con el tiempo, que en mi cuarto del fondo están TODAS las herramientas, que todas están diseñadas como por arte de magia para el tamaño de mis manos y que todas las casas tienen un cuarto similar.

Claro, nadie puede saber que cuenta con este recurso si ni siquiera se enteró de que tiene el cuartito; nadie puede usar efectivamente las herramientas más sofisticadas si nunca se dio el tiempo para aprender a manejarlas; nadie puede saberse afortunado por este regalo mágico si prefiere vivir pidiéndole al vecino sus herramientas o disfruta de llorar lo que dice que a su casa le falta.

Desde el día del descubrimiento no he dejado de pedir ayuda cada vez que la necesité, pero la ayuda recibida siempre terminó siendo el medio necesario para que, más tarde o más temprano, me sorprendiera encontrando en el fondo mi propia herramienta y aprendiera del otro a usarla con habilidad.

Los recursos internos son herramientas comunes a todos, no hay nadie que no los tenga.

Uno puede saber o no saber que los tiene, uno puede haber aprendido a usarlos o no.

Podrás tener algunas herramientas en mejor estado que otros, que a su vez te aventajarán en otros recursos. Pero todos tenemos ese “cuartito de herramientas” repleto de recursos, suficientes, digo yo, si nos animamos a explorarlo…

La seducción, por ejemplo, es un recurso prioritario e importante, una herramienta que mucha gente cree que no tiene. Y yo digo: “No buscó bien”. En la relación con los otros, si uno no puede hacer uso de este recurso, de verdad, le va mal. Alguien que no puede hacer uso ni siquiera mínimamente de su seducción, no sólo no puede conseguir una pareja, tampoco podrá lograr un crédito en un banco o un descuento en una compra. Seducir no es “levantarse” a alguien, seducir tiene que ver con generar confianza, simpatía, con generar una corriente afectiva entre dos personas. Seducir tiene que ver con la afectividad de todas las relaciones interpersonales. Muchos piensan que la seducción es un don natural, y en parte es cierto, pero también es un don universal y entrenable.

(…)

Del “camino de la autodependecia” J. Bucay

Texto adaptado con fines didàcticos por www.creciendobien.wordpress.com

 

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Conocimiento

6 Sep

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Tan importante es saber hacer como
llegar a hacerlo.

Nuestra Realidad:

16 Sep

Nuestra  realidad es un asunto de enfoque y actitud.

Fíjate en la forma en que se expresan las personas solas, desdichadas, pobres, enfermas. ¿Qué palabras emplean? ¿Qué han aceptado como verdad sobre sí mismas? ¿Cómo se describen a sí mismas? ¿Cómo describen su trabajo, su vida, sus relaciones? ¿Qué esperan de la vida?

Presta atención a sus palabras, pero por favor, no vayas por ahí diciéndoles a personas desconocidas que están arruinando su vida por la forma en que hablan. Tampoco lo hagas con tus familiares y amigos, porque no te lo agradecerán ni valorarán la información.

Pero sí usa esta información para iniciar una nueva relación contigo mismo, y llévala a la práctica si deseas que tu vida cambie, porque incluso en el más pequeñísimo plano, si cambias tu forma de hablar, también cambiarán tus experiencias.

Si estás enfermo y crees que tu enfermedad es incurable, que te vas a morir y que la vida es una miseria porque nada funciona… ¿adivinas qué pasa?

Puedes elegir renunciar a tu concepto negativo de la vida. Empieza por afirmar que eres una persona amable (digna de amor), digna de curarte, y que atraes todo lo que necesitas en el aspecto físico para sanar. Afirma que estás dispuesto a ponerte bien y que puedes hacerlo confiadamente porque estás a salvo. 

Muchas personas solamente se sienten a salvo cuando están enfermas. Suelen ser del tipo que tienen dificultad para decir «no». La única forma en que pueden negarse a hacer algo es diciendo: «Me siento demasiado mal para hacerlo». Es la excusa perfecta.

Recuerdo a una mujer que asistía a mis talleres. Ya llevaba tres operaciones de cáncer. Era incapaz de decir «no» a nadie. Su padre era médico y ella era una buena hija, de manera que todo lo que papá decía que ella debía hacer lo hacía. Le resultaba imposible decir «no». Le pidieras lo que le pidieras, ella tenía que decir «sí». Llevó cuatro días lograr que por fin chillara « ¡No!» a todo pulmón. Logré que lo hiciera agitando el puño. «No, no y no!» Una vez que consiguió hacerlo, le encantó.

He comprobado que muchas mujeres que enferman de cáncer de mama no saben decir «no». Nutren a todo el mundo excepto a ellas mismas.

Dos o tres meses de decir «no», y las cosas empiezan a cambiar. Las mujeres necesitamos nutrirnos diciendo:

«Deseo hacer esto, y no lo que tú quieres que haga».

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